Una tímida camarera saludó a la madre sorda de un multimillonario: su lenguaje de signos dejó atónitos a todos

Evan Rourke guió a su madre sorda por el estrecho pasillo de la cafetería, ya medio concentrado en los mensajes que se acumulaban en su teléfono. Margot le dio un golpecito en la muñeca y le hizo una seña que él no acertó a captar. Antes de que pudiera pedirle que se la repitiera, otra persona respondió.

La camarera -pequeña, callada, aparentemente olvidable momentos antes- respondió a la seña de Margot sin vacilar. Sus movimientos no requerían esfuerzo, eran instintivos, fruto de la memoria muscular más que del estudio. Margot se animó de inmediato. Evan se quedó paralizado a medio paso, sin saber qué le sorprendía más: si la encantada reacción de su madre o la fluidez de la camarera, que se le escapaba como un reflejo.

Lena Gray, decía la etiqueta con su nombre. Ella parpadeó, ligeramente avergonzada por su respuesta instintiva, como si hubiera hablado fuera de lugar. Evan esbozó una sonrisa cortés, pero su mente ya iba a toda velocidad. La mayoría de los oyentes tardaban años en hacer señas con esa facilidad. La respuesta de Lena había sido instantánea, casi íntima.