Esa posibilidad le dolía más de lo que podía imaginar. Había dejado que la imagen de la televisión la arrastrara a una frágil esperanza, y ahora se estaba deshaciendo. La idea de volver a empezar, con aún menos pistas, le hacía doler la garganta.
Y entonces llegó el pensamiento más oscuro, el que la hizo agarrarse a la encimera para mantener el equilibrio. ¿Y si su collar había desaparecido porque su hijo ya no lo tenía? ¿Y si había tenido que renunciar a él de la misma forma que ella renunció a él?