Una niña de 12 años salva a un perro lobo gigante, pero los resultados del ADN revelan algo terrorífico..

El cachorro no hizo ni lo uno ni lo otro. Se quedó donde estaba, observando a Betty. Su respiración se hizo más lenta. No gimoteó ni enseñó los dientes. Simplemente permaneció quieto, como si comprendiera que la quietud era la respuesta más segura.

Después de un largo momento, Betty se quitó la chaqueta. Se movió con cuidado, deliberadamente, y la puso sobre el delgado cuerpo del cachorro. Sus manos temblaron una vez y luego se calmaron. El cachorro no se resistió. Se acomodó al calor como si lo reconociera.