«No merece la pena» Se dio la vuelta y echó a correr, chocando contra la maleza, desapareciendo entre los árboles con las ramas quebrándose a su paso. Volvió el silencio. Evelyn exhaló temblorosamente, con las rodillas temblorosas. El oso se quedó quieto, observando en qué dirección había huido el hombre.
La osa madre apareció segundos después, corriendo hacia el osezno. Se le escapó un gruñido suave y desesperado mientras olfateaba y daba codazos a su cría, ya casi libre. Evelyn volvió a arrodillarse y terminó de cortar la última sección de la red.