Un águila arrebata un gato del patio – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará boquiabierto!

La esperanza se reavivó en la pequeña multitud. Por fin tenían una dirección, un propósito más allá del tanteo desesperado. Samantha apretó las correas de su mochila, sintiendo una sombría firmeza que no sabía que aún poseía. Con el Dr. Alex a la cabeza, se dirigieron hacia los acantilados, con el corazón palpitante y las manos temblorosas por la urgencia.

El bosque volvió a cerrarse a su alrededor, pero esta vez Samantha se sintió diferente. Ya no estaba ciega ni indefensa. Ahora tenían un plan basado en hechos, en verdades, en la negativa inquebrantable a dejar que el rastro de Juniper se enfriara sin luchar.