Llegaron decenas de comentarios, cada uno de ellos un hilo confuso y frenético que no llevaba a ninguna parte. Algunos juraban que habían visto un águila volando hacia las colinas; otros insistían en que había dejado caer algo junto al río. Samantha leía todos los mensajes y su corazón se llenaba cada vez de esperanza, que se derrumbaba instantes después.
El reloj parecía moverse más deprisa con cada mensaje sin respuesta. Samantha sentía que el tiempo se le escapaba de las manos y que la ventana para encontrar a Juniper se estrechaba por momentos. Quedarse quieta ya no era una opción. En el fondo, sabía que si no actuaba pronto, Juniper estaría perdida para siempre.