Un empleado se harta de su odioso jefe y decide vengarse

En el despacho reinaba un silencio sepulcral, sólo iluminado por el zumbido enfermizo de los fluorescentes y el resplandor de un único monitor. Ethan Miller estaba sentado a solas, arremangado, terminando lo que podría ser la presentación más importante de su carrera, no por lo que demostraría, sino por a quién expondría.

Ciento cuarenta diapositivas de cifras, gráficos y jerga perfectamente equilibrada brillaban en su pantalla. Adjuntó el archivo e inició sesión en la cuenta de Brad Collins, algo que ya había hecho infinidad de veces. A Brad le gustaban los «flujos de trabajo simplificados», lo que normalmente significaba que Ethan terminaba su trabajo administrativo. Esta noche, ese hábito por fin daría sus frutos.

Con manos temblorosas, tecleó el asunto: Presentación trimestral de estrategia: versión final, adjuntó la cubierta y pulsó enviar. El ping de confirmación resonó suavemente, con la finalidad de un martillo. Ethan se reclinó en su silla, exhaló y susurró con una sonrisa de satisfacción: «Aquí tienes todo el mérito, Brad. Te lo has ganado»