Con alivio, Sebastian sacó a la niña del ático y la llevó a un albergue para indigentes de buena reputación. Allí, la ayudó a ser admitida, prometiéndole que haría algo más que abandonarla. «Te ayudaré a encontrar un trabajo, a recuperarte»
Mientras Sebastian se alejaba, una sensación de tranquila satisfacción se apoderó de él. El caso se había convertido en algo mucho más profundo de lo que esperaba. Lo que había empezado como una búsqueda de la verdad se había convertido en un acto de compasión, devolviendo la esperanza donde antes se había perdido.