Sebastian, con el corazón oprimido por la verdad, asintió lentamente. Por fin se había resuelto el misterio, pero era agridulce. La chica no estaba en peligro, pero su historia -su silenciosa lucha por sobrevivir- era desgarradora. Le había saludado todos los días para proteger su secreto.
Sebastian se volvió hacia el hombre y le preguntó en voz baja: «¿Va a presentar cargos?» Su corazón esperaba clemencia. El hombre miró a la chica, su vulnerabilidad al descubierto, y suspiró profundamente. «No», dijo en voz baja. «Ya ha sufrido bastante»