Una madre deja que un veterano ocupe su asiento en el avión y se pone pálida cuando se da cuenta de quién es..

Se agachó con cuidado, casi con reverencia, como si el ofrecimiento en sí mereciera respeto. «Es usted muy amable», murmuró, con la voz apenas por encima del zumbido de los motores. Su gratitud era más profunda de lo que el momento merecía, algo que Elise no podía nombrar.

Mara se acomodó en su asiento con una leve sonrisa y exclamó: «Vuelves a hacerlo». Elise rió por lo bajo. Ayudar a desconocidos no era algo inusual en ella, pero aquel hombre la dejaba un poco inquieta, como si hubiera entrado en un momento cuyo significado aún no comprendía.