Una madre deja que un veterano ocupe su asiento en el avión y se pone pálida cuando se da cuenta de quién es..

Elise entró en la cabina con su hija a su lado, consciente al instante de la inquieta energía que la apremiaba desde todas las direcciones. Había algo en el aire que parecía cargado, extrañamente expectante, como si el vuelo tuviera más peso del que debería tener un viaje rutinario.

Los pasajeros avanzaban arrastrando los pies, impacientes y apretujados, pero la atención de Elise se desvió hacia un anciano con chaqueta militar que se esforzaba por sujetar su pequeño equipaje de mano. La determinación de su postura contrastaba con el temblor de sus manos, y algo en aquella imagen la atrajo inesperadamente.

Antes de darse cuenta de que se movía, Elise alargó la mano para ayudar. La bolsa se le soltó con facilidad, y el veterano la miró con una suavidad sorprendida, como si la ayuda fuera algo que había olvidado recibir. Elise le dedicó una rápida sonrisa, con la esperanza de aliviar su vergüenza.