Su hijastra se quedó con la herencia de su marido y recibió una sorprendente carta del banco

Desde el fallecimiento de Albert, amigos y vecinos se habían turnado para visitarla. Algunos traían comida, otros historias. Gwen apreciaba el esfuerzo, aunque a veces fuera abrumador. No había cocinado una comida en condiciones desde la muerte de Albert, pero la nevera estaba llena de los intentos de los demás.

Miró el reloj y suspiró. Era casi la hora de su cita en la iglesia. Tenía una reunión con el párroco y el funerario para repasar los últimos detalles. Aún quedaban muchas cosas por organizar. No esperaba que el proceso se alargara tanto.