Una tímida camarera saludó a la madre sorda de un multimillonario: su lenguaje de signos dejó atónitos a todos

La voz le temblaba por la emoción y el cansancio, como si hubiera repetido la frase demasiadas veces para mantenerse a flote. Evan reconoció la cadencia. La había oído antes. Pero no podía soltarla, y tampoco quería obligarla a confesarse.

Asintió lentamente, dejando que la tensión disminuyera. «De acuerdo», dijo. «Pararé» Ella se relajó, apenas, pero sus ojos permanecieron abiertos, cautelosos. Se dio cuenta de que no le preocupaba que descubriera algo vergonzoso. Todas sus primeras sospechas de que Lena huyera de la ley se convirtieron en polvo. Estaba claro que no quería verse arrastrada de nuevo a una vida de la que había huido.