«Para que conste», dijo Merritt, con voz firme, «¿estaba usted en el edificio antes del incendio?»
«Brevemente», respondió Henson. «Una comprobación de sistemas a primera hora de la tarde»
«¿A las nueve cuarenta y tres?» Preguntó Merritt en voz baja. La pregunta cayó como un martillazo. El silencio le respondió. No negación, sino ausencia, la clase de ausencia que la culpa rara vez llena.
