Un perro de un refugio no dejaba de mirar a una niña que lloraba en el hospital, y una enfermera fue testigo de un milagro

Una semana más tarde, el programa de terapia se enfrentó a otro reto. Las quejas sobre el ruido y la higiene llegaron a la administración y las visitas estuvieron a punto de suspenderse. Maya discutió hasta que le tembló la voz, recordándoles que la recuperación de Lily había mejorado mucho desde la llegada de Milo.

El médico de Lily, un hombre amable de ojos cansados, intervino finalmente. «Mentiría si lo negara. La niña necesita al perro», dijo simplemente. «Pueden analizarlo como quieran, pero es el hecho» El programa se mantuvo, aunque bajo una supervisión más estricta.