Los guardias de seguridad le miraron, con la confusión pintada en el rostro. «¿De qué estás hablando?», preguntó uno de ellos, tratando de procesar sus palabras. A Nathan se le aceleró el pulso y el pánico aumentó. «Por favor Vayan a la morgue Son sombras negras que roban cosas» Su voz estaba al borde de la histeria, y la desesperación sonaba en cada palabra.
Finalmente, algo en su pánico pareció encender su respuesta. Los guardias intercambiaron miradas y entraron en acción. Uno de ellos cogió una radio y ordenó a los demás que se dirigieran a la morgue. Nathan, aún sin aliento y con los ojos desorbitados, los siguió tan rápido como pudo, con los pies tropezando bajo sus pies.