El informe incluía el nombre de la misma hermana: Rachel Ward. Alguna laguna tecnológica, o un descuido humano, no había conseguido conectar a la científica desaparecida con la paciente anónima rescatada cerca de la mina. El expediente terminaba ahí. Con una dirección antigua, un número de teléfono que ya no funcionaba y una nota que decía simplemente: Presunto fallecido.
Dejando a un lado su frustración, Helen pasó la tarde rastreando cada miga de pan digital hasta que un resultado destacó: R. Ward, Departamento de Ciencias Ambientales, jubilado en 2021. ¿Podría ser? Helen se quedó mirando la dirección de correo electrónico durante un largo rato, con los dedos suspendidos sobre el teclado.
