La niñera no sabía que la estaban grabando: la dueña no podía creer lo que vio

Una pizca de sombra. Una mejilla pálida, el borde de una mirada. Y luego, inequívocamente, lo más pequeño e inquietante: una sonrisa. Rosa. A Clara se le cortó la respiración. La sombra desapareció en un instante. El pasillo volvía a estar vacío. Parpadeó. ¿De verdad lo había visto?

La pelea se prolongó durante los dos días siguientes. Marc le dio espacio, durmiendo en la habitación de invitados, evitando la confrontación. Clara tampoco volvió a sacar el tema, no porque le creyera, sino porque no sabía cómo continuar la conversación sin desmoronarse.