Crié a mis nietos mientras sus padres trabajaban, pero un día desaparecieron sin decir palabra

Quizá me he convertido en la clase de madre de la que la gente se aleja. El pensamiento se hundió como una piedra en su pecho. Se llevó la mano a la boca y susurró al vacío: «Sólo intentaba ayudar»

Pero cuanto más tiempo pasaba allí sentada, más se agudizaba la tristeza. Su mirada se dirigió al reloj, que marcaba las horas sobre la estufa. El mismo reloj que había medido cada mañana de colegio, cada cuento a la hora de dormir, cada vez que lo había dejado todo para estar allí cuando Lisa llamaba.