Un pescador encuentra una cadena gigante oxidada: los lugareños le advierten que no la toque

Se dijo a sí mismo que sólo era hierro y sal, pero el silencio que siguió le pareció vigilante, casi expectante. Aquella noche, en el bar del puerto, el aire estaba cargado de rumores. Una tormenta de rumores y whisky.

Elías captó fragmentos entre el tintineo de los vasos, la cadena, el hombre desaparecido, el mar tomando lo que quería. El camarero, un hombre corpulento con brazos como barriles, se inclinó hacia él cuando Elías le preguntó. «Sí, todo el mundo habla. El hombre que desapareció, el padre de Edwin. El pobre chico se ha desgarrado queriendo lanzarse a por él, pero nadie le deja»