Nunca fui la favorita de mi padre-26 años después descubrí por qué

No por lealtad a su padre, sino porque la ausencia de su madre dejaba un vacío que no sabía cómo llenar. En aquellos años, su padre se volvió más frágil. Su paso, antes enérgico, se hizo más lento, le temblaban las manos cuando intentaba servirse el café de la mañana y el desván se convirtió en un refugio cada vez más frecuente.

Ella le oía subir arrastrando los pies durante horas y salir con el polvo pegado a las mangas. Él nunca hablaba de lo que hacía allí, y ella nunca le preguntaba. Pero el silencio entre ellos se convirtió en algo casi insoportable.