El marido no explica el extraño olor de sus manos hasta que su mujer descubre el secreto

Era jueves y Julia había vuelto a casa de otra cita. Los resultados no eran buenos. Sus niveles hormonales habían vuelto a bajar. Su médico había sido amable, pero clínico. «Seguiremos intentándolo», le había dicho. Pero algo había cambiado en su voz. Julia lo oyó: el suave trasfondo del tiempo que se agota.

Aun así, no lloró. Llegó a casa, se puso ropa cómoda y empezó a hacer la colada mientras esperaba a que Connor regresara. Cuando entró, le besó la mejilla y le preguntó cómo le había ido el día. Ella forzó una sonrisa, mintió y dijo que bien. Luego metió la mano en el cesto de la ropa sucia.