Julia observaba con la respiración contenida cómo el comportamiento de Connor cambiaba de forma sutil e inesperada. Últimamente estaba más alegre: se ofrecía a lavar la ropa, le masajeaba los pies después del trabajo, le sugería noches de cine con repentino entusiasmo. Normalmente, eso la habría reconfortado. Pero últimamente, la hacían sentirse inquieta.
Normalmente, estas cosas habrían hecho feliz a Julia, después de todo, es el sueño de toda mujer. Pero últimamente había notado algo extraño. Un detalle aquí, un aroma allá. Nada fuerte u obvio. Sólo lo suficiente. Lo suficiente para que se preguntara si se estaba perdiendo algo que tenía delante.
Al principio era frívolo y fácilmente explicable. Hasta que un día, Connor volvió a casa después de otra reunión tardía, y Julia percibió un olorcillo de algo que hizo temblar el suelo bajo sus pies…..