Los adolescentes hacen miserable la vida de la abuela hasta que un día se hartó

Los chicos la llamaban «Mag» o «Mags» y hacían como que hacían una reverencia. Cogían melocotones de su árbol mientras ella estaba dentro lavando tarros. Muchas veces, las cáscaras caían sobre su alfombra de bienvenida como bofetadas. Magnolia dejaba el tarro en el suelo y limpiaba la alfombra, aparentemente sin inmutarse.

Lo más extraño era que nunca le gritaba. Se limitó a mirar con sus tranquilos ojos azules, sin amenazar ni gritar. Actuaba como si nada pudiera molestarla. Quizás ese silencio era lo que más les enfurecía o amenazaba.