Alden ignoró el gemido de Rowan y abrió la tapa por completo. En lugar de oro, le devolvieron la mirada montones de carpetas y sobres sellados. Su rostro se retorció de decepción. «¿Sólo papeles?», gruñó, rebuscando en ellos de todos modos. «De acuerdo. Si esto es todo lo que hay, les obligaré a pagarme»
Cuando Alden sacó un fajo, una línea de tinta familiar llamó la atención de Rowan. En la primera página, debajo de unos títulos borrosos, vio su apellido -Hale- escrito con la mano vieja y cuidadosa de su padre. La conmoción se abrió paso a través del dolor. Se lanzó hacia delante, agarrando el borde de la carpeta que sostenía Alden.
