Mientras miraba una manguera de jardín enrollada, se le ocurrió otro plan a medias. ¿Y si rociaba el suelo cerca del gato para hacerlo retroceder? Pero la idea de convertir el agua en parches helados le hizo recapacitar rápidamente.
Lo último que necesitaba era crear un peligro resbaladizo con el frío que hacía. Alan sentía que la frustración iba en aumento. Cada idea parecía quedarse corta, ya fuera poco práctica o potencialmente perjudicial. La nieve caía con más fuerza, arremolinándose en ráfagas feroces que le escocían la piel.
