Dos osos la llevaron al bosque: lo que encontró fue devastador

El silencio entre ellos no era pesado, sino reverente, como si el propio bosque reconociera lo que acababa de ocurrir. Cuando llegaron a la linde del bosque, volvieron los sonidos de la ciudad: coches lejanos, voces débiles, el ritmo de la vida humana.

Los osos se detuvieron en el último tramo de árboles, con las patas rozando la línea que separa la naturaleza del asfalto. Evelyn se detuvo y los miró. La madre exhaló suavemente y el osezno se asomó por detrás de sus patas, parpadeando una última vez hacia Evelyn.