Dos osos la llevaron al bosque: lo que encontró fue devastador

Evelyn se despertó con el sonido del despertador, el zumbido familiar que marcaba el comienzo de otro día cualquiera. Se estiró, la luz de la mañana entraba por la ventana de su habitación y proyectaba suaves sombras en las paredes.

El pequeño apartamento en el que vivía le parecía acogedor pero reducido, un espacio en el que había aprendido a desenvolverse en la rutina de su vida. Miró el reloj y gimió. Era más tarde de lo que pensaba. Tenía que coger el autobús. Evelyn se puso la chaqueta, cogió el bolso y salió del apartamento.