Cuando terminó el fin de semana, Daniel se sentía como un extraño en su propia casa. La alegría de Claire se burlaba de él, la inocencia de los chicos le hería y el silencio entre todos se hacía pesado. Se dio cuenta de que ya no esperaba respuestas, sino que se preparaba para la guerra. Los resultados lo decidirían todo.
El punto de ruptura de Daniel llegó un martes lluvioso. Buscando un cargador en el escritorio de Claire, encontró un sobre metido debajo de unos recibos. La letra no era la suya. Dentro había una tarjeta con una frase que le retorció el estómago: «Estoy deseando conocerte, mi amor.
