Lo que había captado la atención de Lila… había empezado esta noche. Y no se iba a ir. Cuando María llegó a la mañana siguiente, lo primero que hizo, antes de fichar, antes de coger los gráficos diarios, fue ver cómo estaba Lila.
El resto de la manada la saludó como solían hacerlo: troncos curiosos que se acercaban a sus bolsillos, algunos rugidos juguetones, un juvenil que le daba un codazo para llamar su atención. Pero Lila no estaba con ellos. Volvía a estar en el mismo rincón que la noche anterior.
