Un águila arrebata un gato del patio – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará boquiabierto!

Se sintió culpable. Si no hubiera estado sentada fuera con su estúpido café… Si se hubiera quedado más cerca… Si hubiera prestado más atención. Cada segundo de aquella mañana se repetía tras sus ojos cerrados, cruel e implacable, una espiral de «y si…» de la que no podía escapar.

El bosque que la rodeaba se desdibujó mientras ella se derrumbaba por completo. Los buscadores que quedaban a su alrededor se movían torpemente, sin saber qué hacer. Samantha sentía que se ahogaba en su propia piel. Todo en su interior le pedía a gritos que se detuviera, que se fuera a casa, que se rindiera, que dejara por fin que la oscuridad la venciera.