El corazón le dio un vuelco en el pecho. Se precipitó hacia delante, tropezando con una raíz nudosa, con la respiración entrecortada. A medida que se acercaba, los detalles se agudizaban horriblemente. La sangre manchaba el pelaje y se acumulaba en la tierra que lo rodeaba. A Samantha se le nubló la vista. El alivio y el pavor chocaron violentamente.
Se detuvo tambaleándose, con la mirada perdida. Su cerebro buscaba respuestas, negaciones, pero su cuerpo lo sabía primero. Las manos le temblaban sin control. Sentía las piernas sin huesos. Ya estaba llorando, aunque no sabía cuándo habían empezado las lágrimas. Un gemido se escapó de su garganta sin su permiso.