Por un breve instante, Samantha vaciló. La duda lamió los bordes de su mente, susurrándole que tal vez tenían razón, que tal vez era inútil. Pero cuadró los hombros, se tragó el miedo y se recordó a sí misma por qué había empezado: por Juniper, por la vida que él le había dado.
Buscar sin rumbo ya no era suficiente. Necesitaba un plan real, una pista real. Samantha sacó su teléfono y se puso a buscar entre sus contactos hasta que encontró el nombre que no se había permitido considerar antes: Dr. Alex Wade. El veterinario de Juniper y una de las pocas personas en las que aún confiaba plenamente.