Seis meses antes, Ethan Miller no era más que otro analista sobrecualificado y sobrecargado de trabajo en una oficina poco iluminada de Vertex Solutions, una consultora que adoraba más a los PPT que a las personas. Su trabajo consistía en traducir el caos en gráficos, la realidad en jerga y las horas extra en «excelencia colaborativa» Nadie se daba cuenta de su trabajo a menos que algo se rompiera.
Su jefe, Brad Collins, era todo lo que Ethan no era: ruidoso, bronceado en invierno y con un vaso reutilizable en la mano del que nunca bebía. El calendario de Brad era un monumento al espectáculo: «Leadership Sync», «Vision Mapping», «Lunch with CEO» Nunca se quedaba el tiempo suficiente para terminar ninguno de ellos.