Un águila se lleva a su conejito del jardín – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará alucinado!

Para su sorpresa, apareció gente. Sólo seis, pero eran suficientes. Tras unas breves presentaciones, todos se colocaron alrededor de un teléfono para leer juntos los comentarios de Facebook. La pista más clara vino de un chico que mencionó haber visto un gran pájaro volando hacia el bosque, más allá de los campos. No era mucho, pero era más de lo que tenían. Intercambiaron miradas y acordaron en voz baja que empezarían por ahí.

La hierba del campo les rozaba las piernas mientras caminaban, con las linternas parpadeando delante. Samantha se movía con ellos, con la respiración entrecortada y los ojos escrutando todas las formas. Cada sonido le daba un vuelco al corazón: el chasquido de una rama, el aleteo de un pájaro. Pablo podía estar cerca. O no. Las conjeturas la agotaban a cada paso.