Un águila se lleva a su conejito del jardín – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará alucinado!

El mensaje atrajo rápidamente la atención. Los comentarios se sucedían, llenos de angustia e incredulidad. «Lo siento mucho» «Es devastador» «La naturaleza es cruel a veces» Llegaron decenas de mensajes amables, pero todos parecían despedidas. Ninguna persona creía de verdad que Pablo siguiera ahí fuera. Samantha leía cada palabra con el pecho oprimido.

Alguien le sugirió que llamara a control de fauna. Otro puso un enlace a un artículo sobre aves depredadoras. Unos pocos dijeron: «Nunca se sabe», pero incluso esas palabras estaban cargadas de fatalidad. Intentaban ser amables, pero cada respuesta mermaba las pocas esperanzas que le quedaban.