Sola en su habitación, Carol volvió a pensar en la directora, la chica a la que una vez había atormentado, la mujer a la que ahora se debía. El remordimiento se apoderó de ella, pero también la determinación. No podía deshacer el pasado, pero podía evitar que influyera en el futuro de Diane. Eso aún era posible.
Al día siguiente, Carol recibió un correo electrónico del colegio. Una nota del director: «Se le ha recordado a la Sra. Connors su deber. La intimidación, a cualquier edad, es inaceptable» Carol lo leyó dos veces, una extraña mezcla de vergüenza y alivio inundó su pecho. Los ciclos podían romperse.
