Suegros presumidos intentan sabotear su boda y ocurre lo impensable

Esa noche, Daniel notó su distancia. «¿Estás bien?», le preguntó en voz baja. Ella forzó una sonrisa. «Sólo cansada» Le besó la sien y le susurró: «Después de la boda, las cosas se calmarán» Ella quería creerlo. Realmente quería. Lo intentó.

Pero en el fondo, algo había cambiado. Las palabras de Eleanor habían plantado una semilla de duda que ningún consuelo podría arrancar. Mia se quedó despierta, mirando al techo, sabiendo que el verdadero reto no era el día de la boda, sino sobrevivir a la gente decidida a destruirla.