Suegros presumidos intentan sabotear su boda y ocurre lo impensable

Pero Mia no gritó. Le miró y le dijo: «Daniel, ya no lucho por la aprobación de tus padres. Lucho por nosotros. Pero tú debes decidir si debo hacerlo» Las palabras le pesaron. Por una vez, no tenía defensa. Tuvo la gracia de parecer avergonzado. Prometió que su lealtad a Mia no vacilaría de nuevo.

A medida que la planificación de la boda se estabilizaba, su entrevista de trabajo se intensificaba. La fase final consistía en presentar a la junta un estudio de caso del mundo real. Pasó la noche en vela perfeccionando su propuesta sobre estrategias de inversión sostenibles. Mientras trabajaba, el destino le deparaba una simetría poética.