Mientras tanto, Mia tenía una gran distracción: la ronda final de entrevistas para el trabajo de sus sueños en una empresa de inversiones. Era el tipo de puesto por el que había trabajado durante años y que requería la misma paciencia y precisión que ahora aplicaba a su caos nupcial.
Empezó a pasar las tardes preparando presentaciones, repasando estudios de casos financieros y redactando informes entre llamadas a proveedores. Cada vez que Eleanor veía una debilidad, Mia se concentraba más. Cada insulto echaba más leña al fuego y las interferencias le enseñaban a realizar varias tareas a la vez bajo presión.