Estaba claro que no se trataba de incompetencia, sino de una campaña. Eleanor la estaba poniendo a prueba, presionando para ver si cedía. Mia sintió que se deshilachaba, pero se negó a darle esa satisfacción. En lugar de eso, lo documentó todo en silencio, creando pruebas a partir del caos.
Sus compañeros notaron la tensión. «¿Una semana dura?», le preguntó uno con amabilidad mientras Mia corregía el expediente de un cliente. Mia esbozó una fina sonrisa. «Cosas de familia» Pero en su mente ya se estaba recalibrando. Si pensaban que era débil, pronto se darían cuenta de lo contrario.