Suegros presumidos intentan sabotear su boda y ocurre lo impensable

Cuando su madre llamó llorando, Mia prometió arreglarlo. Se quedó despierta hasta pasada la medianoche, volviendo a reservar ella misma los billetes, pagando con sus propios ahorros. A la mañana siguiente, Eleanor le envió un alegre mensaje: «Todo arreglado, querida. Deberías ser más organizada» Cuando se lo contó a Daniel, él le dijo que hablaría con su madre.

La organizadora de la boda, una mujer que Eleanor había «recomendado encarecidamente», renunció inesperadamente, alegando que «no podía manejar las instrucciones contradictorias» Mia llevaba días sin hablar con ella. La factura final de la nueva planificadora triplicaba la cantidad acordada. Eleanor se encogió de hombros. «No se puede poner precio a la experiencia»