Al cabo de un rato, el veterinario abrió la puerta y les dio la bienvenida con una sonrisa. Les informó de que habían llegado justo a tiempo y que sus esfuerzos habían logrado salvar a los animales. Katie, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad, se volvió hacia el veterinario y le pidió una explicación.
Resultó que aquellos animales eran un raro cruce entre un gato montés y un gato montés. El veterinario no pudo determinar cómo habían acabado dentro del pozo, pero destacó su singularidad. Katie estaba decidida a no dejarlos volver a la naturaleza; necesitaban un lugar seguro al que llamar hogar.