Un gato montés irrumpe en un hospital y una enfermera llora al ver lo que lleva en la boca

Con renovadas esperanzas, Katie y Peter recogieron rápidamente a las pequeñas criaturas en sus improvisados transportines. El gato montés permanecía cerca, con los ojos atentos y la postura preparada. Con cuidado, Katie levantó el último animal peludo y se lo metió en la boca. El gato apretó suavemente, su mandíbula tierna pero segura alrededor de la preciosa carga.

A toda prisa, el insólito trío salió del oscuro bosque y se dirigió rápidamente hacia el hospital. La mente de Katie daba vueltas con preguntas: ¿estarían bien las criaturas? ¿Qué eran exactamente? Pero ocultó su curiosidad y se concentró en conseguirles atención médica lo antes posible.