Un oso irrumpe en el hospital y una enfermera llora al ver lo que lleva en la boca

En un golpe de suerte, Takashi había traído consigo una fuerte cuerda. La examinó cuidadosamente y se dirigió a Hana con un plan. «Esta cuerda puede soportar mi peso. Descenderé para averiguar qué hay ahí» Hana vaciló, con la mente agitada por el temor a que las cosas salieran mal.

Las dudas la carcomían y se preguntaba si era lo bastante fuerte para sostenerlo. Notó que las manos de Takashi temblaban ligeramente mientras se preparaba para el descenso. Entonces respiró hondo y empezó a descender por el borde del pozo. Hana agarró la cuerda con fuerza, dándose cuenta de que su viaje a las enigmáticas profundidades del pozo estaba en marcha.