Una mujer sigue a un lobo hasta el mar tras acercarse a ella en la playa: lo que encontró le rompió el corazón

Un técnico la guió hasta una silla y le puso en las manos temblorosas una taza de té demasiado caliente. Salió vapor con el amargo aroma de las hojas quemadas. Ella no podía probarlo. Por encima del tintineo de los instrumentos, volvió a oír a la Dra. Álvarez: «La respiración suena superficial…»

«¿Qué pasa?», consiguió decir, con la voz entrecortada. «Todavía lo estoy limpiando», dijo Álvarez, con los ojos fijos en su trabajo. «Cachorro de lobo. Seis, quizá siete semanas» Hizo una pausa, los dedos suaves mientras limpiaba el lodo de una oreja pequeña. «No hay buenas probabilidades si el aceite llegó a los pulmones»