Después de repetidas advertencias, ya había tenido suficiente: ¡mira cómo el karma detuvo a este chico revoltoso!

El trabajo de Claire había pasado de ser estresante pero manejable a ser asfixiante bajo sus constantes críticas, exigencias impulsivas e interminables correos electrónicos «urgentes» que rara vez tenían verdadera urgencia. Esa semana había sido una de las peores.

Tres reuniones consecutivas se habían alargado más de lo debido, cada una de ellas dominada por los comentarios condescendientes y los cambios de última hora de Ethan Jr. Cuando terminó la última llamada, Claire se sentía agotada, atrapada entre su lealtad a la empresa y la creciente certeza de que su jefe era poco más que un niño con rabietas vestido de traje.