Cuando se acercó, María levantó la vista, con una sonrisa que brillaba a través de las lágrimas, invitándole a unirse a su abrazo. James se sentó con cuidado a su lado, rodeándole los hombros con el brazo y acercando el otro tímidamente para tocar el pequeño bulto que llevaba en brazos. Juntos formaron un círculo de calidez y amor, una familia unida en su primer momento de tranquilidad.
Con su hijo en brazos por primera vez, James y Maria compartieron una mirada de asombro. Todos los miedos e incertidumbres del día anterior se desvanecían en el calor de esta nueva vida que tenían entre ellos. No pudieron evitar reflexionar sobre los acontecimientos del día anterior: su encuentro con el gran tiburón blanco, las prisas por llegar al hospital y la inestimable ayuda del anciano cuya oportuna ayuda había hecho posible este momento.