No sólo voces. Discusiones. «…no puedes seguir ignorando esto, Sabrina», dijo Mark bruscamente. «Ha oído algo real» Kayla se quedó paralizada. «¡Ni siquiera se suponía que estuviera allí!» Espetó Sabrina. «Se asusta con facilidad. Ya lo sabes» «Eso no explica lo que oyó», replicó Mark. «Y tampoco explica por qué lo descartó tan rápido»
Los dedos de Kayla se enroscaron alrededor de su cuaderno. No debía escuchar. Debería llamar a la puerta. Pero sus piernas no se movían. Un momento después, la discusión se detuvo abruptamente. Kayla entró en silencio y encontró a Mark en el pasillo, frotándose la nuca. Parecía sorprendido de verla. «Hola, Kayla. ¿Todo bien?»
