Kayla pensó en preguntarle a Sabrina, pero algo en la distante cortesía de Sabrina la hizo dudar. No quería que pareciera que se estaba imaginando cosas… aunque eso era exactamente lo que temía. Pero la inquietud seguía creciendo, silenciosa, constante, como algo que aguardara fuera de la vista en el rellano.
El martes siguiente, Kayla había empezado a evitar los viajes innecesarios al piso de arriba. Seguía subiendo cuando lo necesitaba, la manta favorita de Tommy se guardaba en su habitación, los bocadillos de la despensa se guardaban en el pasillo, pero nunca se quedaba. El silencio del piso de arriba era diferente, como si el aire fuera más pesado.
